Con una población inicial de poco menos de 22 millones de personas en 2011, Siria se ha vaciado en una década de conflicto. Hay seis millones de refugiados en otros países y seis millones de desplazados internos.
Desaparición, detención, tortura y muerte fue el ciclo vital para miles de disidentes del régimen o sospechosos de serlo, pero también un gran número de población civil que no ha tomado partido ni está implicado en el conflicto. Los que pudieron, huyeron; los que no, se convirtieron a veces en escudos humanos.
Los datos hablan por sí solos: casi seis millones de refugiados en países limítrofes y más de seis millones de desplazados internos; el 90% de los niños necesitan ayuda humanitaria. Las mujeres venden el pelo, o el cuerpo.
Los grandes perdedores de esta guerra son los civiles sirios. Todos. Como también ha pasado en Yemen, en Libia, o en la vecina Irak, su país ya solo existe en el mapa y en la memoria de los que tienen algo para recordar
Zaatari es el segundo campo de refugiados más grande del mundo. Ubicado en Jordania, fue inaugurado en 2012 al acoger sirios que huían de la Guerra Civil que estalló en 2011. Está evolucionando gradualmente en un asentamiento permanente. Los últimos recuentos oficiales realizados por UN, cifró el número de refugiados en unos 80.000.
Las imágenes están tomadas en la frontera entre Siria y Jordania. Los refugiados atraviesan en oleadas la frontera huyendo de la violencia y la muerte y forman pequeños asentamientos al llegar a territorio jordano y se instalan en las inmediaciones del gigantesco campo de refugiados intentando ingresar en él.
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